viernes, 23 de octubre de 2009

Nueva andadura

Queridos lectores,

A partir de ahora iniciamos un nuevo camino de servicio al Señor en nuestra web Peregrino Reformado. Allí podrán seguir leyendo nuestros artículos, hacernos consultas o hablar sobre Jesucristo con mucha gente como usted.

Les invitamos a todos a pasar a este ministerio en internet y a conocer nuestra Iglesia.


martes, 22 de septiembre de 2009

Antídoto contra las ideologías revolucionarias y estupideces progresistas emanado de la Palabra de Dios.

Leí hoy, con mucho pesar, el editorial de Protestante digital y sentí profundo dolor al ver allí una apología a las políticas izquierdistas sanitarias de Obama.

El artículo, teñido como está de ese “buenismo” evangélico mal entendido, nos quiere hacer comulgar con ruedas de molino y hacernos creer que no puede existir cristiano alguno que se precie que esté en contra de un sistema sanitario público. Evidentemente la tendenciosidad del autor del comentario es evidente y, posiblemente, obedezca a debilidades políticas personales. Mi propósito es, como también la de refutar otro artículo detestable que enlaza calvinismo con revolución política izquierdista que aparece en el mismo medio digital, demostrar que ni en la Biblia ni en la tradición política reformada, es decir calvinista, se sostienen opiniones de este estilo.

La Palabra de Dios nos llama una y otra vez a actuar con amor y entrega hacia el prójimo, hasta aquí ningún cristiano diría lo contrario. Esta responsabilidad de auxilio al más desfavorecido nace, no de una obligación colectiva, ni de una política social bíblica si no del mero hecho de la responsabilidad de la caridad del individuo ante Dios y el prójimo (Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras Tito 2:14). La Biblia no contiene ningún decálogo de política social estatal y, mucho menos, describe el comportamiento del Gobierno mundano y humanista. El Gobierno, como institución, responde ante la Providencia divina pero no ante el tribunal de Cristo, y por tanto no está sometido a las leyes cristianas específicas. Evidentemente, y con eso coincidimos con toda la doctrina reformada histórica, el gobierno debe comportarse como ordenado por Dios pero, en ningún caso es un individuo regenerado ni una institución eclesiástica.
Tenemos que añadir que tampoco la Biblia exige la creación y puesta en marcha de una política social estatal que tenga en cuenta los supuestos derechos a la sanidad. No existe tal “derecho” en las normas políticas de la Torá.
Para finalizar la idea de la sanidad universal es una falacia de la izquierda política, secular y humanista, que aboga por unas políticas sociales positivistas que parten de la bondad y capacidad constructiva de la sociedad. Esta visión, que también comparte la izquierda revolucionaria, nada tiene que ver con la visión bíblica y reformada de la humanidad.
Y ahora unos datos realistas:
En Estados Unidos nadie se muere en la calle por falta de atención médica.
La sanidad privada es más barata que la pública.
En los países con sanidad pública se nos QUITA del salario cada mes cantidades tres veces superiores a lo que se paga de seguro privado.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Reflexión 1.0

Vivimos por la fe, la fe en Cristo Jesús, una fe que nos ordena amar y ser amados. Amigo, ama a tus semejantes, ama preocupándote por ellos, entregando tu vida por ellos. De muchos recibirás reproches y nunca te lo agradecerán, de otros arrancarás un gracias de corazón, pero por encima de todo Tu Padre, que está en los cielos, te recompensará con una caricia en el alma.

viernes, 24 de abril de 2009

La Crisis

Sumidos como estamos en una crisis económica profunda y dolorosa, la seguridad y el avance de la sociedad contemporánea se oscurecen. La sensación de control, de superación y, lo que es aún más evidente, de que el hombre puede controlarlo todo se está desvaneciendo. No obstante hay que decir que nada de esto es una novedad. Una y otra vez la divina Providencia se ha encargado de someter el orgullo humano. Desde los tiempos de Babel, cuando la humanidad pretendió hacer una torre que llegase al cielo, hasta nuestros días. Después de que muchos diesen a Dios por muerto, se han despertado con el juicio divino sobre sus cabezas y por tanto, tampoco hemos de esperar que reconozcan que detrás de todas estas calamidades se esconde el Juicio.

El Señor de la historia, el Dios de Israel, siempre ha juzgado a las naciones del mundo. Hay que dejar claro que no estamos diciendo que la crisis económica sea un castigo que ha nacido de la nada, es, ante todo, consecuencia directa de nuestros pecados, a saber, avaricia, egoísmo, ansia desmesurada por lo material y todas aquellas características que hacen del ser humano un ser pecador y caído, que, parafraseando palabras de Juan Calvino, no es más que fango, sucio barro. Porque si, como dice Nuestro Señor Jesucristo, la Ley se resume en amar a Dios y al prójimo, lo que esta crisis ha puesto de relieve es que ni amamos a Dios ni tampoco a nuestro prójimo. No hace falta que para ver tal falta de amor vayamos a las altas esferas políticas o económicas; podemos quedarnos en un nivel más próximo: ¿Amas tu a Dios o a tu prójimo? ¿Das muestras de ese amor?

Pero a pesar de esta noche oscura, de sueños rotos y vidas truncadas por el dinero, que vivimos existe esperanza, y esta esperanza no viene de manos del Fondo monetario internacional, ZP, Obama, Sarkozy, Lula, el socialismo, el Papa, las ONG, la paz mundial ni nada que se le parezca. La auténtica esperanza viene del Hijo del hombre que nació hace miles de años en Israel, prometido por Dios en su Palabra. Este Hombre, verdadero Dios también, no vino a este mundo a traer idolologías muertas, al contrario, nos dio vida, vida por su muerte. Estábamos separados de la alegría y la paz que suponen sentir a Dios cerca, separados de Él por el pecado de desobediencia, por el egoísmo y por el orgullo desmedido. Por culpa de cada una de nuestras faltas y traiciones a Dios y a nuestro prójimo merecíamos el desprecio y la muerte eterna pero Dios se apiadó de nosotros. Estando su Hijo en la tierra de Israel, no se aferró a su naturaleza divina como algo que le granjeaba una vida llena de placeres egoístas, al contrario, se entregó voluntariamente como víctima en nuestro lugar para sufrir el castigo que cada uno de nosotros merecíamos. Murió en la cruz, sólo, sufriendo el castigo de la muerte y ahora, lleno de gloria y con el triunfo en sus manos, nos espera a todos aquellos que lo aceptemos como amigo y Salvador en las moradas celestiales, donde no tendremos que preocuparnos más del dinero o la pobreza.

Esta terrible crisis pasará pero lo que nunca dejará de existir es la esperanza en Cristo. Porque cuando cada una de nuestras vidas se apague sólo aquellos que hayan confiado en Jesús podrán disfrutar de tesoros en el cielo, ciertamente no de riquezas materiales, si no de amor y felicidad infinita junto con muchas otras personas y seres queridos en presencia del Dios trino.

lunes, 16 de febrero de 2009

¡Oh, que amigo hallé en Cristo!

Precioso título el de este himno evangélico, con el cual también he titulado ente post, de hermosa música también. Texto que nos canta una gran realidad, la verdad de Cristo en nuestras vidas. El Señor Jesús, el Cordero de Dios que pagó con su vida por las faltas y los pecados que cada uno de nosotros cometimos y cometemos, es un hermoso amigo; alguien que nos entiende y nos ayuda. Dando su vida por nosotros, pecadores e inclinados al mal, nos hizo el regalo más grande que pueda existir, la vida, a cambio de la suya propia. Pero no sólo eso, además también haciéndose carne, y uniendo a su naturaleza divina la humana, supo, en carne propia, lo difícil que es vivir en este mundo, arrastrados por el pecado, el egoísmo y la maldad, y empujados al mal, siendo tentado como nosotros, cada día, a hacer el mal, con la diferencia que nosotros caemos en ello y Él, triunfante, salió vencedor.

Este es mi amigo, este puede ser tu amigo, Aquel que te dice ven y te llama para darte paz y tranquilidad de espíritu. Piensa en ello, reflexiona en como Cristo te llama y ofrece su cuerpo para que cargues en Él tu dolor, tus miedos, tus debilidades y a cambio te da su amistad, su Amor incondicional. No podrás resistir su llamada cuando oigas tu nombre en sus labios.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Israel

Durante estas últimas semanas estamos asistiendo, de nuevo, a una oleada de antijudaísmo que recorre toda la geografía de nuestro país, aunque es especialmente intensa en Barcelona. Hemos podido ver manifestaciones con pistolas, gritos de alá es grande, caras tapadas, ataques con piedras, pintadas… Casi se podría decir que estamos ante una nueva forma de pogromos del siglo XXI.

Ante todo esto la mayoría de la sociedad se encuentra apática, cuando no complaciente con la actitud Palestina. En el fondo, el viejo antijudaísmo no ha muerto, sino que sigue latente en la conciencia colectiva, reprimido y escondido bajo una capa falsa de lo políticamente correcto y el miedo a que se tache de antisemitismo. Pero lo cierto es que, para un gran sector de la izquierda de este país, sobre todo la encabezada por sindicatos, “actores” y neo-comunistas-ecologistas, el miedo social de ser encasillados como antisemitas ha desaparecido. Ahora se pavonean con orgullo arrojando muestras de un visceral odio a todo lo que huela a Israel. No sólo eso, además, sintiéndose arrogados de una especie de superioridad moral, acusan, insultan y, algunos, amenazan a personajes públicos que intentan defender el derecho a la supervivencia de la nación israelí (por ejemplo Pilar Rahola).

Es hora de denunciar esta ideología repugnante que propugna la superioridad moral y el derecho a la existencia de Palestina por encima de Israel. Pueden camuflarlo bajo el manto de defensa del “más débil” o escudarse en la mentira de la pobreza. Todo eso no deja de ser una farsa abominable, una falacia estúpida. Si rascamos debajo de ese supuesto interés por el bienestar de los palestinos se esconde un corazón sucio que odia a los judíos. Es hora de decir “no” a esta gente que chilla, insulta y denigra a quien defiende la libertad, el progreso y la existencia de Israel. Palestina actúa como una gran entidad terrorista, por lo cual no podemos estar de brazos cruzados mientras en España se defiende al terrorismo y la barbarie del fanatismo islámico. Debemos estar del lado de la paz y el progreso, es decir, de Israel.

Además, también hemos de estar al lado del pueblo que, desde siempre, ha defendido una ética y una moral de amor al prójimo y búsqueda de la paz conforme Dios nos ha dado en su Palabra; y ese no es otro que la nación de Israel.
Os pido, por tanto, que entre todos alcemos la voz y la palabra para defender el amor y el respeto por Israel y sentir como propio el dolor que muchos israelíes sienten por culpa de estos ataques palestinos.

martes, 13 de enero de 2009

El Dios de los ateos

De nuevo, tras un largo silencio, volvemos a escribir movidos más bien por la polémica que por una necesidad propia.

La verdad es que no pueden contarse entre los lectores habituales de la columna de Juan Carlos Girauta a un servidor; no obstante el, de entrada, atrayente titulo ha hecho que hoy, al leer de pasada la portada de Libertad digital, clicase en el vínculo que nos lleva hasta el artículo completo. He de reconocer que la lectura se me ha hecho un poco dura (Será por aquello de que las ganas no acompañaban) pero mientras masticaba las letras con parsimonia me he dado cuenta de cierto aire pedante que destilaba el artículo que me ha dejado un regusto amargo.

Sinceramente no conozco que espiritualidad, si es que la tiene, posee Don Juan Carlos, pero la verdad es que desconoce, en gran medida, que es la fe evangélica (de Evangelios). Como estoy de buen humor le puedo perdonar ese cándido “evangelistas” que emplea para referirse a nosotros y que declino aceptar puesto que no me dedico a escribir Evangelios si no, en la medida que mi fe y mi Dios me ayuden, a ponerlos en práctica y vivirlos.

Centrándonos en el motivo de este artículo diré que la reflexión de fondo del Señor Girauta es cuando menos hija de una ignorancia muy española, y permítanme la expresión. Si bien es cierto que la campaña iniciada por una entidad atea tiene una finalidad ante todo folclórica, no deja de ser un síntoma de la enfermedad que padece esta sociedad. Y ésta no es otra que la muerte de la conciencia y el reino de lo políticamente correcto. Defiende Girauta que este tipo de discusiones no son apropiadas de dilucidar en eslóganes. Ciertamente lo que se discute en esta polémica daría un gran juego para hacer de ello una discusión académica. Pero si en algo nos diferencia a protestantes y católicorromanos es la manera en la que entendemos la fe. Para Juan Carlos Girauta la fe es algo intelectual, elevado, reservado a las mentes pensantes. Nada más lejos de lo que la Biblia, lo que en definitiva Dios quiere transmitir, dice. En las Escrituras vemos que la fe es algo corriente, natural, sencillo y asequible. No se trata de discutir con sesudos académicos como demostrar la existencia de Dios por el método ontológico. La fe en Cristo Jesús no es otra cosa, que a la inversa de lo que opinan y defienden los ateos, pensar que si existe un Dios personal, un Dios cercano como un padre que se preocupa de nosotros y que envío a su Hijo a morir por mi y por ti para pagar en nuestro lugar por los pecados y faltas que cometemos.

Concluyendo, el Señor Girauta puede considerarnos muy naif, quizás, aunque él mismo no lo exprese en su artículo, pacatos y poco inteligentes pero la fe ha de vivirse y tiene todo el derecho de expresarse en las academias y en la calle, libremente, sin cortapisas y gritar a los cuatro vientos como una vez dijo el Apóstol Pablo: “Y nosotros, ¿por qué nos exponemos al peligro a todas horas? Que cada día muero, hermanos, es tan cierto como el orgullo que siento por ustedes en Cristo Jesús nuestro Señor. ¿Qué he ganado si, sólo por motivos humanos, en Éfeso luché contra las fieras? Si los muertos no resucitan, «comamos y bebamos, que mañana moriremos». No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» Vuelvan a su sano juicio, como conviene, y dejen de pecar. En efecto, hay algunos de ustedes que no tienen conocimiento de Dios; para vergüenza de vosotros lo digo”. (1ª Corintios 15:30-33)